SafeCreative

SafeCreative
Todos los derechos reservados

miércoles, 1 de septiembre de 2010

No juegues a estar vivo, sabes que estás muerto


Pronto harán ya cinco años de un fatídico suceso que significó no sólo la muerte de una persona, sino de dos: él y yo.

La vida da muchos golpes que pueden, o bien hundirte, o bien hacerte renacer. Yo elegí la segunda y aquí estoy: una extraña comparada con la que existió en otros tiempos. En el pasado me correspondió despedir a un ser amado y hoy volveré a hacerlo.


Presencié cómo llevaban un feretro entre manos extrañas, negras, indiferentes. Entre llantos - nunca con el mío -, supe que había ardido como si jamás hubiese existido en esta vida y supe lo frágil que puede llegar a ser la existencia humana. Cada llama lamió aquel cadáver como si se tratara del mío. Sólo que, en mi caso, ardió el pecho, el corazón, el cerebro, los pulmones...Todo ardió sin desaparecer del todo.

Y sólo sentí dolor. Luego nada, el vacío, las huellas de lo que dejó el sufrimiento y poco más.



Nací otra vez, entre sombras, cenizas y lo que antaño fueron verdades se convirtieron en mentiras. Un cordero que finge ser un lobo creyéndose su propia mentira.



Hoy no ardo, sólo me quiebro y me recompongo. Porque a un iceberg no puedes incinerarlo, sólo romperlo. No siente nada. Y entonces, al cabo de un tiempo, ése iceberg conoció a alguien que fingía estar vivo cuando en el fondo, muy en el fondo, estaba muerto y perecía ante la vida sin querer enfrentarse a ésta.

Por desgracia, se ganó un lugar en su corazón que no merecía.


Iceberg:

He hecho algo mucho mejor que arrancarme el corazón. He abierto los ojos a lo que era la verdad. He descubierto ese cuerpo sin vida, sin ganas, olvidado en algún punto en el limbo de una mentalidad no madura. He entendido que no se puede querer a una mente sin opinión, a un cuerpo sin ansia, a una personalidad cobarde, a una visión tan pobre de futuro.

...

No se puede querer a un cadáver.

...

Está muerto. Por dentro y por fuera.




Cuando se muere, queda el recuerdo de lo que una vez fue. Amé ese cuerpo que ardió. Su recuerdo, su sonrisa, su dulce mirada, sus caricias, sus palabras de ánimo... Lo quise todo.


No obstante, a éste cadáver no puedo quererlo. Juega a estar vivo cuando ha fallecido por dentro. Es como un manzano que no madura. Sólo el tiempo podrá decir si su fruta valdrá la pena y será recogida por la persona adecuada.

Si maduras, si creces, si te formas... sólo el tiempo y tú podréis juzgarlo. No seré yo, ni Freud, ni nadie, quien dictemos tu futuro como persona.



Yo estoy viva, tú no: Por eso ahora duermo tranquila por las noches.

2 comentarios:

  1. Algunas veces mantenemos tan vivo el recuerdo de alguien que éste se superpone a los demás, como esas láminas translúcidas que se pegan a los cristales y no te dejan ver el interior hasta que pegas la nariz, y entonces es posible que no te guste lo que veas.

    ResponderEliminar
  2. Ah. referente a las sales de litio, de nada encantado de ayudar.

    Ayudando a los demás me ayudo a mí mismo.

    Supongo que soy un egoísta.

    ResponderEliminar