SafeCreative

SafeCreative
Todos los derechos reservados

viernes, 10 de septiembre de 2010

Frankenstein


Una obra repleta de filosofía y moral humana que entremezcla el horror y la desesperación humana con el querer jugar a ser Dios.



Su creador se odia profundamente por haber creado tal abominación, la cual esparce por la tierra la destrucción y la maldad. Es un insulto gravísimo hacia la naturaleza humana. Tal es así que Víctor no es capaz de vivir sin sentir cómo le atacan los remordimientos, tan profundos y tan graves, que hacen que desee acabar de una vez por todas con su criatura y su propia vida, además de alejar a los seres queridos de él mismo.

Fue tal su búsqueda del saber y la filosofía del hombre que acabó atentando contra natura. Su propia curiosidad se convirtió en su pesadilla más tarde, transformando la carne muerta en viva.


[...] he estado meditando sobre mi pasada conducta, y no la encuentro censurable. En un acceso de entusiástica locura, di el ser a una criatura racional y me vi obligado a asegurar, en la medida que me fuera posible, su felicidad y su bienestar. [...] mostró una malignidad y un egoísmo sin precedentes; mató a mis amigos; se entregó a la destrucción de unos seres dotados de una sensibilidad, una felicidad y una virtud fuera de lo común; y no sé dónde puede terminar esta sed suya de venganza. [...] Era mía la misió de destruirle, pero he fracasado.




La criatura a la que acusan de monstruo y abominación es un ser contra natura, anhelante de cariño y saber humano, de alma pura. Estas dos virtudes le son negadas, llevándole al rencor y a la ira que desarrolla el alma humana cuando ésta es rechazada por un rostro exterior corrompido. El rencor y la ira se convierten en venganza, la cual se lleva a cabo mediante el asesinato de todos aquellos que le desprecien o que pertenezcan al círculo íntimo de su creador.

Salvó a una niña de morir ahogada y el campesino que le vio, como recompensa, le asestó un disparo en el hombro.

Cató el saber alejando la ignorancia de su mente, anhelando el cariño de aquellos que se lo habían proporcionado sin saberlo. Reclamó una muestra de amor ante un anciano ciego y, como respuesta, sus hijos le dedicaron agravios e insultos graves, así como una brutal paliza.


No hay simpatía para mí. Cuando la busqué al principio, lo hice movido por el deseo de compartir al amor a la virtud, y los sentimientos de felicidad y de afecto me desbordaron por entero. Pero ahora que la virtud se ha convertido para mí en una sombra, y la felicidad y el afecto en amarga y odiosa desesperación, ¿en dónde debo buscar simpatía? [...] me alegro de que, cuando muera, el oprobio y la abominación acompañen mi memoria.



¿No es el hombre en sí el que se convierte en un monstruo por su propia mano, en la abominación de la que con tanto esfuerzo huye?


Pero es así: el ángel caído se convierte en demonio de maldad. Sin embargo, incluso ese enemigo de Dios y del hombre tuvo amigos y aliados en su desolación; en cambio yo estoy solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario