Hay una sombra que pega, otra que huye, una que se burla a escondidas, la siguiente que se burla, una más que te subyuga, otra más que te obliga a desconfiar... Pero la más relevante, la más importante, la más grande es la que te sigue a cada esquina, a cada camino, que te coge la mano y no te suelta.
Es una silueta de tu misma estatura, castaña, de pelo largo. Con ojos vidriosos te observa, te devuelve esa sonrisa; a veces real, a veces ficticia, que grita que nadie te ve. Es ideal, perfecta, te completa, te reconforta. Sabes que es una buena pareja a tu reflejo.
El único problema es... que no se deja ver muy a menudo. Sin embargo, si lo hace, te cogerá de la mano y te sostendrá para que no te caigas.
A esa sombra, la llamo fortaleza.
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