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lunes, 27 de febrero de 2012

Sin saber qué es






Siento ya desde hace mucho tiempo que un latido de hielo y fuego me está controlando, me está ahogando, me está llenando de una fuerza extraña.
Me miro al espejo y no me reconozco, no sé cuál es la criatura de al otro lado del espejo: pétrea y en apariencia tan imperturbable. Tal vez es un fénix, tal vez es fuego o quizá hielo...

Y la escarcha me petrifica... me ofrece una coraza impenetrable. Y el fuego me mueve... me prende de fortaleza.

domingo, 26 de febrero de 2012

Sueños de plata y luz



El mundo se había vuelto de un azul oscuro penetrante, similar al que acompaña a la luna justo cuando ésta sale apuntando en lo alto del cielo. La esfera plateada se había colocado en el centro, enorme, grandiosa, con destellos grises que recordaban al pelaje de un lobo gris en medio de la nevada que azotaba unas monatñas a lo lejos.


A ambos lados de la luna, a la altura de la tierra, unos montes rocosos avecinaban una serie de acantilados plateados, oscuros, con el azul en cada una de sus grietas. El agua caía entre estas, mediante unas cascadas níveas que jugueteaban con el gris y la palidez confusa de la noche. Y el agua se avecinaba al vacío, intensificando con su espuma y su vapor la aurora plateada que bañaba la noche.


La luna, orgullosa y hermosa, crecía cada vez un poco más hasta alcanzar su punto más álgido; imitando el amanecer y quedándose escondida tras las rocas, las cascadas y los acantilados. Una corona dorada decoraba sus bordes y les confería unas líneas serradas y torcidas, con juncos y puntos de luz que apuntaban hacia todas las direcciones con ardor.


Era el único punto de luz que habitaba en ese lugar pero, aún así, destacaba y se le veía fuerte; terriblemente firme y luminoso.


Agudizando mis ojos, vislumbré entre la oscuridad del azul un pincel tintado de blanco que reseguía las cascadas y las volvía húmedas, poderosas y frescas.


De pronto, la consciencia me obligó a abrir los ojos y yo me desperté sobre mi cama, desorientada. Le eché un vistazo al despertador: marcaban las siete y media de la mañana. Mis ojos resiguieron mi entorno y no descubrí más que mi cuarto, en silencio. Esperaba encontrarme esas cascadas, esa piedra, esa luna y su corona dorada...




Y, por un momento, supe que la plata de la luna, el azul índigo de la noche, el blanco de las cascadas eran mi alma y el dorado era, finalmente; el fin del sufrimiento y la etapa de los cambios.

martes, 21 de febrero de 2012

Tonada de los marinos (II)





Ha llegado el invierno
en pleno febrero,
pero siento el verano
y la cercanía del océano.

Huele a sal, huela a brisa,
fresca esencia marina.
Las olas golpean la roca
mientras todo se desmorona.

Desde el añil de mi paraguas
vislumbro entre las aguas
una explosión de espuma...
y en su centro una burbuja.

Y el cielo llora
con mucha honra
al despertar los marinos
de amores vencidos.

Mientras en el centro del mar
ella expande su cautivador cantar.
Es la fruta marina prohibida
de goces eternos henchida.

Ella es húmeda, fresca...
mi dulce, mojada cadena.
Y sus brillantes escamas
me susurran promesas.

Promesas de amor
que conllevan ardor...
Esa voz por la que muero
que con gusto me condeno.

Esa voz de bruja
que me seduce con locura.
¿Cómo atraparla?
¿Cómo cazarla?

¡Ahí está, en la piedra...!
Con la salvaje hiedra
que es su cabellera.
Del mar, ella es la estrella.

Se recrea en su espejo,
en su rostro tan bello.
Ríe, baila, siempre con gracia,
evocando en nosotros su magia.

Eres hada marina,
ninfa divina,
ser huidizo,
¡híbrido mío!

Origen de sueños,
realización de ensueños.
Eres de los marinos fantasía,
¡ojalá fueras mía...!

Oh, mi sirena...
con tu cola y piel de seda...
Tú eres nuestro sedal:
¡el fin de nuestra alma mortal!

jueves, 16 de febrero de 2012

Miedo a vivir



Camino tortuoso
a tientas, a oscuras,
eres todo un foso...
apenas sin curas.

Hogar de males,
senda vieja
y cueva de debilidades:
nuestra eterna cadena.

Nos escupes,
nos gritas,
y nos rehuyes
con tu cuchilla.

Es el temor
de respirar,.
sin conocer el candor...
sin saber a qué aspirar.

Es la huella del pánico,
la esencia de la perdición;
ese aroma agrio del camino:
vivir sin una dulce canción.

Es el rastro del pavor
en ojos asustadizos...
manos en frío sudor.
¡Qué grandes amigos!

¡Travesía con más de una espina!
¡Es miedo, maldita sea, a vivir
sabiendo que, la vida;
es sufrimiento sin fin!

lunes, 6 de febrero de 2012

Con sabor a chocolate



Dentro de poco se acerca una fecha festejada por mentes románticas y parejas hechas de chicle de fresa, por su sabor empalagoso.


Dentro de poco empezaremos a encontrar en cada esquina querubines de sonrosadas mejillas, corazones recortados de papel borgoña, chocolate que te recuerden un te quiero y, tal vez, quien sabe; la declaración de alguien a un extraño, sea hombre o mujer.


Ya sea emparejada o en solitario nunca le he visto la lógica a esta fecha. Me parece, supongo, un americanismo que ha llegado hasta aquí por culpa de la presión social. Lo único que me gusta de ese día no son esas mariposas que flotan y revolotean por ahí, sino el chocolate y sus múltiples formas.


Lo cierto es que soy de extremos: picante, dulce o muy salado. Todo lo más intenso posible y en consonancia con mi carácter.


Este año ya me han pedido una cita para este día. Y como me conozco... voy a rehuir esa invitación como alma que lleva el diablo. Esa fecha me produce náuseas, mareos, mal humor. No llego a entender por qué las parejas creen que es la fecha señalada para profesarse el cariño a los cuatro vientos. ¿Acaso eso no debe hacerse los 365 días que dura un año y no sólo uno o unos pocos señalados?


Me parece raro. Será que no entiendo el romanticismo de los jóvenes de hoy en día y que seré una hipócrita, por criticarlos a pesar de tener más o menos su misma edad y pensar de distinta forma a ellos.


La única cita a la que le encuentro sentido es a la del chocolate. Me encerraré en casa, con una buena caja o tableta y a esperar a que todo el mundo se le pase ese furor rosa. Una parte de mí, caprichosamente cruel, le gusta jugar a contar cuántas parejas romperán por cada mordisco que una persona le hinque al chocolate.


Sé que el número obtenido será triplicado, muy posiblemente.



¿Qué puedo decir? Me gusta el dulce, pero soy terriblemente pragmática, toda una misántropa; cuando quiero.

domingo, 5 de febrero de 2012

Con un poema




Hay una endiablada razón que mueve el corazón pero que rige la mente con mano de hierro. Puede llamarse acierto, éxito, fortuna, destreza, intuición, perspicacia, sagacidad...

Todo puede reducirse a formular una predicción o un juicio acertado. En mi caso más que una teoría formulada por simples palabras... fue un poema.
Seguramente simple, burda lírica. Constaba de once versos, con estrofas impares y ninguna rima digna de hacer mención. No era lo mejor que había escrito (me pregunto cuándo sucederá eso), pero sí que me dejó satisfecha su temática: era lo que quería decir cuando lo quería decir. He desarrollado la absurda teoría, acertada o no, que un buen poema es aquel que es creado cuando realmente las emociones las sientes intensamente, a flor de piel.
Al menos, así es mi caso.


Era un poema rencoroso, perdido, manchado de mal espíritu y brumoso. Despedía rechazo, hastío y le deseaba lo peor a una persona.

Pero lo escribí, lo guardé y no lo borré. Se quedó ahí, guardado, libre de que otros fuera de mí lo vieran, lo leyeran, lo criticaran o lo recordaran. Mientras, yo seguí levantándome y durmiéndome cada día, hablando y riendo cada día, quejándome y sonriendo a cada segundo que el mundo iba pasando. Y me olvidé de él. Me olvidé de sus palabras, de su mensaje, de su... intención.

Continué ignorando lo que sucedía más allá de mi conocimiento hasta que, como la serpiente a Eva o una paloma mensajera; una voz me contó lo que ocurrió, lo que sucedió tras esos versos. Cada línea, cada palabra y cada coma tomaron vida y lo que un día yo dejé inscrito en un papel; se levantó de la nada, de la creación... y echó a andar. Cada verso se cumplió y mis malas intenciones se cumplieron, mi capricho tomó forma y... todo, simplemente todo, se hizo realidad. Como si de pronto hubiera encontrado una lámpara de los deseos y cada verso que escribí fuera uno y me fueran concedidos.

De pronto, vi que mi mundo volvía a su equilibrio natural, que la balanza que se dividía entre el agua y el fuego hallaba un punto medio.

Y recordando todo lo sucedido, cada sufrimiento y traición vivida; caigo en la cuenta de que el resultado acabó con dos almas abandonadas a su suerte y una victoria que me pertenece. Es entonces cuando realmente afirmo que una retirada a tiempo puede suponer la diferencia entre una horrible derrota y una extraordinaria victoria.

Ahora no puedo evitar pensar en que se ha acabado, en que ha llegado a su punto y final. Como si fuera un drama, un mal teatro, una burda tragedia que me indica el fin del capítulo de esta novela caótica que es la vida. Empiezo a vislumbrar de nuevo el sol entre las nubes, la luz tras la tormenta; por ese principio infinito que dicta que la oscuridad no existe sin la luz y viceversa. Me gusta pensar que tal vez, con esto, me quede la tan aclamada esperanza. Al fin y al cabo es lícito vivir de sueños, también.

Ante todo me pregunto si lo escrito fue un deseo cumplido, una premonición, un simple aviso de advertencia o una estúpida coincidencia. Sin embargo, sí estoy de acuerdo en que las casualidades no existen en esta vida. Es por eso que me lo pregunto: si no será, tal vez, que tengo algo de bruja, algo de intuitiva, algo de lógica...

Porque... todo empezó así...: con un poema.


¿The End?

jueves, 2 de febrero de 2012

Frío



Veo llover, veo nevar...
a través de mi ventana.
¿Es posible comenzar
con el alma plenamente sana?

Me iré... Me iré aquí.
Viajaré muy lejos
como un solitario maniquí,
sin atender a ruegos.

En este lugar frío
el viento corta los cuellos
y todo son escalofríos.
¡Quiero ver mundos bellos...!

Mis cristales se entelan
por el aliento helado
que los fantasmas desvelan.
Es un mensaje declarado.

Me susurran misterios,
sombras difusas...
fuera de sus cautiverios:
intrusas, ilícitas musas.

La escarcha expandida
ha tomado el mando
de mi pecho, sin medida.
¡Todo se está congelando!