Me encuentro entre dos polos
uno que impregna el cariño, el otro el odio.
Me decanto por el segundo, por la ignorancia,
por la opción más conveniente.
Quiero olvidar y arrancarme el corazón
para así encontrarme de nuevo a mí misma.
Me apoyo en la indiferencia, el rehuir una mirada
porque nunca he creído en amor o en hadas.
Pero es como escapar de tu sombra,
te sigue, te apresa y no te alumbra.
Deseo transformar esto tan puro e inocente
en cuervos carroñeros. Odio lo endeble.
Me irrita huir si luego sé que me buscas,
preguntándome, indagándome. Me cansas.
Si antes se te daba tan bien hacerme desaparecer
vuélvelo a hacer, no cambies de parecer.
A la larga será lo más apropiado para ambos:
un futuro paralelo sin estos dos lados.
Sabiendo que ahora mismo sólo siento frivolidad hacia ti, no entiendo por qué debería preocuparme por tonterías como ésas.
¿Quién te mandaba querer conocerme?
¿Quién me mandaría interesarme por ti?
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