Las sombras del pasado siempre acechan. Esperan a que salgas de tu cuarto, escapes de la luz que va unida a las tinieblas y, cuando te tienen a su merced, te cazan.
Ésta familia se está desmoronando.
Ya no se puede confiar ni en la palabra de la experiencia ni en la de la fortaleza. Dónde antes había confianza ahora ya no hay nada, sólo ceniza. Las piezas que antes encajaban tan bien en el álbum familiar se pierden entre divorcios, mentes que ya no son las mismas y una madurez forzada pero oportuna.
"Quiero que estas cosas se queden en casa"
¿Que se queden en casa? Sabes de sobra que jamás las escucharás de mi boca porque... si intento contártelo sólo recibiré la ignorancia y la incomprensión.
"Quiero que me cuentes las cosas"
¿Para qué si luego las tergiversarás para convertirme en la hija complicada y extraña que no se da cuenta de lo que ocurre? SÍ que me doy cuenta de lo que pasa, otra cosa es que no quiera remover la mierda.
"¿No confías en mí?"
Ojalá pudiera, de verdad que sí. Eres tú quien lo impide. No tienes la suficiente entereza como para escucharme y entender lo qué pasa por mi cabeza.
Tanto si se trata de tener una familia como de estar sola, la situación suele ser difícil. Pero todavía es más inmensamente complicado si estás sola en tu propia familia.
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