No viven bajo tu cama (porque no hay espacio), no te espían tras la puerta del armario (no caben en él), no te acechan cuando apagas las luces (no ven nada en la oscuridad), ni te susurran a la oreja (no dan miedo).
Está aquel que pasa la aspiradora y grita que la perfección debe habitar en cada rincón de la casa. Es aquél que dicta que el cuarto de baño debe estar conjuntado con toallas, velas y jabón.
El segundo es ése que habita en la cocina, entre fuego, ollas y tensión, que te mira de forma indefinida y que no deja de quejarse del trabajo y lo mal que va todo.
El más joven, que empieza una nueva etapa en su vida, no abandona sus juegos digitales y el mal lenguaje. Al que el segundo acusa de pelear contra mí y viceversa.
Y por último el que más presente está: el que se aisla entre música y libros, desprecia las intromisiones y no quiere nada de nadie. Es aquél que no sabe qué decisión tomar a la primera y que se debate entre Lea y Cath sin poder remediarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario