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viernes, 28 de enero de 2011

La súplica de un ángel


No fueron más que palabras escritas a través de una pantalla, sólo fueron eso: palabras. Y, sin embargo, me transmitieron más que todo en este mundo: empatía.

Fue tarde cuando pude leer aquél email pero quise coger el teléfono, llamar, pasarme horas hablando, ignorar la futura factura y, sentir, de nuevo; cómo entre ambos lados de la línea el cielo y el infierno chocaban.

Me pediste que te dejara acompañarte, cuando sabes que precisamente tú eres la primera que puede venirte sin decirme nada al respecto. Me aseguraste que, si te metías en mi mochila no pesarías nada y que yo no notaría que estarías ahí.


No somos perfectas, ni mucho menos. Las dos sabemos qué somos, cómo somos y cúando lo somos. Desconocemos el por qué, pero conocemos el resto. Somos imperfectas, esa piedra ovalada que destaca entre las rectas, esa ilusión y esa bruma que nadia atrapa.


Sabemos que...


si nos atrapan, escapamos.

si nos quieren, nos es extraño.

si nos odian, nos es indiferente o divertido.

si nos reclaman, o bien desapareceremos o acudiremos con cierto reparo.

si nos mezclan con la multitud, pronto correremos hacia la soledad.

si nos piden ayuda, seremos demasiado precisas.

si nos juzgan, se acabarán equivocando.


Tú y yo somos esa ilusión, esos fantasmas, esas visiones extrañas que nadie logra aceptar y que sin embargo intentan atrapar.


Si tú también deseas escapar, agarra la mano que te ofrezco con fuerza. Esa que está ya manchada y es impura, la que ofrece garras y un día fue humana... antes de tocar el mundo. Escaparemos de aquí, nadie nos encontrará y, por un día, seremos libres, libres...




Atentamente,



Un diablo.

1 comentario:

  1. Muy curioso que las palabras que podemos leer en una simple pantalla puedan tener tanta fuerza como para hacernos sentir algo, ya sea empatía, ira, o lo que sea.

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