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jueves, 13 de enero de 2011

Fragilidad humana


Lloras, te lamentas y miras al mundo con desdén.
Cuéntame qué ves a tu alrededor y te mostraré cómo de falso puede ser:


Alguien mira al cielo y se pregunta si podrá llegar,
a la otra punta del mundo una madre llora porque un avión ha caído con su hijo en su interior.
Perdida en un rincón, un alma candorosa se desvive por su razón de ser,
y en otro punto alguien alberga la valentía suficiente para empuñar un cuchillo.


Un amigo te sonreirá con su mejor intención tendiéndote la mano,
mientras que por la espalda hundirá, con su ignorancia o crueldad, su irónica perspectiva de la amistad.
Una por ti, una por mí.


El corazón llorará la perdida de un ser querido en un funeral,
a la vez que el rostro mostrará la más nefasta indiferencia... sinónimo de dudosa fortaleza.


Dime qué ves en cada rostro,
en cada pisada que borra el mundo,
en cada palabra que alimenta la ignorancia,
en cada mirada que quedó olvidada.

Y te diré que cada rostro no es más que una máscara,
que cada pisada no son más que huellas que prenden ceniza al levantarse,
que cada palabra fue dicha sin pensar,
y que cada mirada no recibió suficiente atención.


Lloras, te lamentas y miras al mundo con desdén.
Cuéntame qué ves a tu alrededor y te mostraré cómo de falso puede ser:


La lluvia no comporta tristeza,
así como el sol no alcanza bienestar.
Que quién ríe y aplaude,
por dentro puede estar quebrándose.


Una mala cara no significa mal carácter,
sino también pánico a alcanzar el alma o la intimidad humana.
Una sonrisa no es sólo resultado de la bondad,
porque con maestría puede destruir más que una espada.


Dime qué ves en cada roce,
en cada recuerdo que guardaste,
en cada carcajada que soltaste,
en cada sueño que meditaste.

Y te diré que cada roce fue por intimidad o por conectar,
que cada recuerdo fue distinto al tuyo,
que cada carcajada pudo no ser fiable,
que cada sueño tuvo más verdad que cada realidad que viviste.


Lloras, te lamentas y miras al mundo con desdén.
Cuéntame qué ves a tu alrededor y te diré cómo de falso puede ser:


En alguna tierra lejana alguien lucha contra e enemigo con espada, piedra o pistola,
y en casa una madre lucha contra el temor a ser otra vez maltratada.


Un joven mira con escepticismo y frialdad a su entorno y más allá,

cuando por dentro ansía creer en algo que no sea pura maldad.


Que a la chica de la esquina, si llora, no te abraza y tú te ofendes,
no es porque no te lo valore; sino porque le repugna la compasión.


Si pierdes el rumbo por la mañana desesperándote y derramando lágrimas,
por la tarde puede ser peor: puedes alcanzar la apatía.


Dime qué ves en la bondad humana,
en cada palabra amable que te dedicaron,
en cada sentimiento que te confiaron,
en cada momento en que te rescataron.

... y te diré que la bondad a mis ojos se esconde y se refleja la misantropía,
que cada palabra amable que me dedicaron no la quise escuchar,
que cada sentimiento que me confiaron me pareció un milagro,
y que en cada momento que me rescataron lo evité a toda costa.


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