Me pregunto si hay alguien ahí, alguien real, alguien que pueda ver lo que los demás no descubren. Si existirá alguien que logrará encontrar ese tesoro, ese botín que se oculta en lo más profundo, apenas distinguible entre estas sombras que rodean el alma.
Tal vez sea pequeño, quizá sea muy poco... pero me atrevería a decir que hayarlo vale la pena. Y, quien sabe, puede que incluso el viaje hacia él valga más que el resultado encontrado.
Siempre tuvo más valor la travesía hacia Ítaca... que la propia ciudad al final del camino.
Siempre he pensado que Ítaca es la recompensa por la superación constante de las adversidades puestas en el camino.
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