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lunes, 11 de julio de 2011

El Mal, el Bien... y espíritus, halos de luz perdida


Érase una vez dos fuerzas, dos poderes, dos universos que, con desdén; chocan entre ellos desde tiempos infinitos. Son como dos caballeros en una justa, en medio de una disputa que jamás acabará: será la guerra eterna.
La infinita batalla que enfrenta a dos mundos, donde en uno impera la claridad y en otro la oscuridad. Ninguno de ellos se rinden, ninguno de ellos logra la victoria.
Vivimos en una espiral infinita tanto ascendente como descendente desde el mismo momento en que nos arrancan del útero llorando, gritando, protestando... deseando volver a la protección de nuestra progenie. Cuando nos dejan ver la luz, fría y artificial de un quirófano cualquiera, dos manos fuertes y blancas como la leche nos extraen hacia la realidad: esa dimensión, ese lugar, ese mundo extraño que de pequeños adornamos con ojos ingenuos, que de mayores nos muestra el sufrimiento y la breve felicidad y que, de mayores; nos dicta que todo tiene un final... Con pies juntillas, con la cabeza gacha y sin una pizca de rebeldía pedimos, rezamos, exigimos, que la Parca nos deje un día más, un segundo más de existencia.
En medio de esa vivencia se alberga una guerra, una batalla que nadie ve, invisible a los ojos humanos.
Es la más fogosa, la más violenta, la más cruel y, sin embargo, también la más silenciosa de todas. Es un duelo apasionado entre dos criaturas: una con alas impregnadas de pureza y la serenidad tintada en su rostro y otra más oscura; con alas rotas y corrompidas, de ojos oscuros, con la sangre contorsionándose en su piel... trofeos de guerra.
Allí donde el Bien se enfrenta al Mal, en ese campo de batalla que nadie visita por miedo a ser destruido; donde el aire se conoce por el aroma a azufre y a lavanda, a óxido y hierro.

No obstante, existen unos seres, unos pocos, que pueblan la Tierra y se esconden entre una cortina humana de gris humareda. Son unos pocos, apenas quedan ya. Se trata de una raza de híbridos, donde el Mal y el Bien soportan la más ardua batalla, allí donde ningún bando logra resultados significativos.
En esas criaturas, el Mal y el Bien conviven y se enfrentan por igual, creando híbridos de malicia y bondad, tan etéreos y especiales que torturan y consuelan hasta llegar a consumir el alma humana. Poseen la capacidad de hundir al más orgulloso o alzar al más miserable... Atraen la maldad como la polilla persigue a la luz y reclaman al bien como el canto de sirena condena a los marineros entre las aguas.
Son fantasmas, halos de luz perdida, suaves brisas de aire, brumas perdidas, sombras eternas, espíritus sin rumbo y con destino infinito.

Aquellas almas cálidas y frías, inmortales, que jamás encuentran la paz ni ansían la demencia más repugnante, más desesperante. Identifican al Mal como si fuera su propia sangre, hayan el Bien como saborean sus propias lágrimas.

Sus pies prenden ceniza al levantarse, vuelan entre brisas que desprenden lavanda y rocío. Son los pies de un espíritu.
Sus manos son pálidas, pequeñas, su cuerpo algo flotante, algo imposible en la Tierra. Son las manos de la niebla.
Sus cuellos son finos, pequeños y blanquecinos, hogar de secretos y cantos persuasivos. Son los cuellos de una sirena.
Sus labios son gruesos, finos, suaves. Se encaprichan del carmín que recorre la piel y el rosado que les avergüenza. Son los labios de una diosa.
Sus ojos reflejan la destrucción, la serenidad, esos dos pozos sin fondo que; al observarlos, te atrapan. Son los ojos de un lobo.
Sus cabellos son gruesos y frágiles, perdidos, ondulantes. Entre ese pelo se ocultan los corazones rotos y las almas dichosas. Son las cabelleras de Lilith, primera mujer que burló a Dios y sedujo a Samael.


Juegan entre el odio y el amor, burlan al Bien y sonríen al Mal, abrazan la bondad y esquivan la maldad, viajan entre la solidaridad y la tortura, reflejan cantos y empuñan espadas, vuelan entre nubes y se arrastran entre el azufre, se asfixian entre aguas heladas y bailan entre las llamas infernales, salvan o condenan.

1 comentario:

  1. tambien me encanto...sobre todo lo ultimo desde:"Sus pieles prenden ceniza al levantarse..

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