Podréis destruirme pero volveré como un rompecabezas.
Podréis engañarme pero no hayaréis mi mentira.
Podréis derribarme pero seguiré levantándome.
Podréis apuñalarme pero no veréis mi sangre.
Soy todo o nada,
vegüenza y valor,
amor y confusión.
Pero no lo veréis.
Os contaré una mentira
con los ojos cerrados.
Y os la creeréis sin temor,
a pies juntillas.
Huiré muy lejos de aquí:
no me alcanzaréis.
Mi cuerpo seguirá inmóvil,
mi mente escapará libre.
Será el truco nunca visto,
la magia otorgada,
el talento de los poderosos:
la virtud de la mascarada.
Adiós a la lealtad con una sonrisa bien orgullosa.
Sabes, adoro tus poemas.
ResponderEliminarun abrazo-