Su mano cuenta de cinco dedos... largos, estrechos y suaves. No importa si proviene de la derecha o de la izquierda porque tanto una dirección como la otra me son igual de familiares.
No tiene mucho pelo, apenas tiene vello en realidad. Es de color blanco, pero de un tono mucho más vivo que el mío.
Voy de ella cuando paseo, cuando necesito sentir calor, cuando ansío raramente el contacto humano, cuando quiero sentir algo suave, cuando ella me reclama... o cuando simplemente me llama.
Ahora más que nunca quiero tocar esa mano.
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