
El agua choca contra el cristal
y baila junto a mi paraguas.
Hay en ello una extraña unión brutal,
quizás un ensordecedor compás.
Y a este son la lluvia se estrella contra mí
gritándome mi derecho a ser feliz.
Al percibir en el cuerpo de mi alma...
que dulcemente se avecina la calma.
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