Toda persona que diga que toda su vida se ha caracterizado por una existencia pura e impoluta le cuenta una gran e ineficiente mentira al mundo.
Toda persona que haya vivido su vida lo mejor que haya podido o, incluso, lo peor que lo haya hecho; ha sufrido en su existencia unos ciertos momentos cargados de oscuridad. Un pasado oscuro, algo que no se ha de saber. Un secreto peligroso, una mancha en el expediente de toda una vida como ciudadano modelo. Mis manchas empezaron a expandirse desde que yo era muy joven. Estuvieron cargadas de apatía, indiferencia, vacío, dolor y desesperación. Y es que, a pesar de sonar a una vida barata y calidicada de forma horteramente "dolorosa", la mía lo fue. La única diferencia fue que, por encima de todo el sufrimiento, jamás se lo conté a nadie.
Todo lo guardé para mí.
Yo, yo yo y yo...
Algunas manchas siguen ahí, quedando reducidas a puntitos para que, al menos, aunque no me ahoguen; me recuerden que existieron y que no fueron producto de una fantasía o una autoestima poco valorada. Incluso ahora, después de diez años, me resulta increíble pensar en que, realmente, fueron auténticas... En que, por encima de una conciencia calificada de ingenua y poco razonable, una joven de diez años estuviera a punto de cometer una locura. No obstante, fui lo suficientemente inteligente, a mi parecer, como para decidir que tambien fui una estúpida. ¿Qué hubieran dicho en casa? ¿Qué hubieran dicho en el colegio? ¿Qué hubiera dicho la gente? Habría significado la perdición de una familia que no pecaba por mi dolor. Ellos no tuvieron la culpa de nada, sólo de quererme demasiado y yo no valorarlo.
La única que estuvo a punto de pecar fui yo.
Yo, aquella chica a la que la gente mayor sonreía y abrazaba con cariño. Yo, aquella chica de la que decían que era buena, lista y un encanto. Yo, aquella chica a la que los de mi alrededor más cercano decían admirarme, quererme y adorarme... Yo, aquella supuesta luz blanca y llena de vida... fui la única corrupta, manchada y oveja negra del rebaño.
Yo, esa chica que, siendo oveja; jugó a ser un lobo inconsciente.
Porque, en un instante, en un segundo; podría haber cambiado las cosas. Podría haber emperorado el futuro, romper las cadenas y agilizar un final mucho más fatal.
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