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viernes, 14 de mayo de 2010

Solo


Una cosa es saberlo, otro verlo.


Yo sonreía, iba a la mía, leía y te ignoraba. Todo iba bien, todo era... lógico, sano, sensato.

Entonces es cuando te veo. Caminas y te acercas, me miras, te fijas en el libro, observas al cúmulo de gente y nos das la espalda.

Como un fantasma caminas, te acercas a un alma perdida que se divide entre muertes sádicas y partidas de rol, le ríes las gracias. Pronto te das cuenta que allí pintas más bien poco, le vuelves a dar la espalda, caminas torpemente y vuelves a mirarnos. Entonces te decantas por el grupo del fondo de la clase, ríes con uno, sonríes con otro, pero te alejas y lo repites otra vez.

¿Acercarte o alejarte?

Cada paso que das es dudoso, tímido, retraído. Optas por sentarte, mirar al suelo mientras comes tu almuerzo y sentirte fuera del lugar. Solo, sin nadie que se acerque, sin nadie que te hable.

Entonces, como por un resorte, alzas la vista y nos ves. Te das cuenta que te estoy observando. Has caído. Sabes lo que veo, saber que te leo. Esperas, crees que volveré la vista.

No lo hago.

Despistado, giras la cabeza y vuelves a mirar al suelo, con la esperanza de encontrar el vacío. Y por un momento, la voz que lee deja de tener sentido, mis risas de trueque no se alzan y oigo, por un segundo, el grito en tu cabeza, cayendo hondo, suplicándome que deje de mirarte y de leerte.

Entonces me giro, tomo el libro, me excuso y no vuelvo a mirarte, porque veo cómo caes, la forma en la qué gritas y la manera que tienes de sumirte en la soledad. Porque veo cómo palideces al saber que alguien te observa y te descubre.


Una vez fuera, sonrío y me río. Entre zapatillas que corren, el timbre que anuncia el fin del recreo, besos acalorados, las risas histéricas de las chicas del baño, veo cómo la gente me mira y piensa cosas extrañas.

Y me doy cuenta que la que ríe es Cath, que la que observa y analiza es Lea y que yo, con las dos, soy la que ha descubierto su tapadera.




Y por un segundo, oigo el grito; agudo, doloroso, oscuro y falso de tu cabeza, gritando

2 comentarios:

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  2. Sólo puedo decir dos cosas: Jean-Paul Sartre...; mauvase foi.

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