"Tú no me conoces."
Cuánta razón tenías. Cuánta...
Ella no entendió por qué. Yo, en cambio, caí en la cuenta. Fue como si se me cayera la máscara de un golpe seco.
No soy... ni era, la única.
Tú también, como yo, finges. Juegas a ser perfecto, como yo a ser fuerte. Eres el hielo y el fuego, la pieza de mi inmenso puzzle misantrópico. Jamás me había sentido tan cerca de ti, tan próxima y comprensiva. Porque tú y yo mentimos a los demás, jugamos a ser un invento ilustre, al igual que único.
Eres igual que yo y todavía no lo sabes. Y quiero que lo sepas, que te des cuenta... de que soy yo la única verdad que va a entenderte.
Nos buscábamos inconcientemente en otros tiempos, con la atracción palpante... y ahora sé por qué. Porque eres como yo.
Ahora sé qué es sentir a alguien como yo. Verdadermanete sabía que eras especial, que escondías algo en tu interior que me gritaba: ¡ven, mírame!
Con ecos lejanos, has admitido ser parecido a mí. Sabes tan bien como yo que somos iguales, que podemos compartir muchas cosas si estamos juntos.
Pero hasta entonces, seremos valores idénticos jugando a ser extraños. Somos ángeles traviesos, jugando a ser lobos malos.
Diferentes, iguales, dos máscaras en una.
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