La luna le canta al poeta,
lo ama, sueña y anhela.
De noche la tinta corre
lo que nuestra pluma recorre.
Son los versos de nuestro caudal
el hilo rojo que portamos de dedal,
la escritura lo que nos enciende
y lo que nuestra alma prende.
Bajos las sombras nos acogemos
con nuestro canto: oremos.
Somos hijos de un legado:
nuestra prosa y nuestro trazo.
Dormidos, el viento nos susurra
difuminando la bruma
que ocultan a nuestras musas
que resultan, siempre, intrusas.
La brisa nos atraviesa
con esa sonrisa traviesa
que la sangre siente
espesa y caliente.
Lo nuestro es el corazón
al repudiar la razón,
pues nunca existió talento
que no naciera del lamento.
El dolor es la guía
de nuestra poesía,
esa droga de la historia
que nos contagió la euforia;
permitiéndonos la victoria
para alcanzar la gloria:
esa fama proscrita
que nos brindó la palabra escrita.
Muchos han sido camarada
en esta vida no declarada
y otros fueron bandidos
que resultaron abatidos.
Unos con bala y pistola,
otros con lazo llamado horca
y a sus pies una nota
que musitó, tal vez, patriota.
Aquí y sólo aquí yace
el linaje del arte,
el mismo que nos hizo
llorarte, odiarte y amarte.
"Somos hijos de un legado:
ResponderEliminarnuestra prosa y nuestro trazo."
"Aquí y sólo aquí yace
el linaje del arte,
el mismo que nos hizo
llorarte, odiarte y amarte."
Gracias, en especial, por estos dos versos.