Me despierto cada mañana y me acuesto cada noche con el mismo miedo, con el mismo fantasma a mis espaldas. Se ríe, me canta, me habla, me recuerda, me toma el pelo cada minuto del día...
Cada día que pasa me pregunto, en ocasiones como una egoísta o como una estúpida, si estaré sola el resto de mi vida o si esta sensación de soledad que llevo a cuestas me acompañará toda mi existencia. Me pregunto si me despertaré una mañana sin sentirme humillada, resignada o aterrorizada al futuro.
Me pregunto si, tal vez, habrá una luz al final del túnel para mí. O si, como mínimo, es cierto que la oscuridad... no puede existir sin la luz.
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