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viernes, 1 de enero de 2016

De nuevo un año par. Hola, 2016



El balance de este año ha sido, particularmente, satisfactorio y sorprendente. Me ha encantado a pesar de que no todo han sido alegrías (como siempre). Imagino que en parte también, al echar un vistazo a los dos objetivos que me marqué a finales del año pasado, haberlos logrado ha contribuido a haber acabado el año con muy buen sabor de boca. La cabeza ya no se me enferma tanto y algo de fe he recuperado.
Si tuviera que definir en palabras este año, todo se resumiría en “olvido” y “sorpresa”. De todo tipo, en todos los campos, malos y buenos. Lo mejor de todos estos 365 días sería decir, sin duda alguna, que a pesar de que lo bueno me ha encantado, lo malo me ha satisfecho. Y mucho.
Es paradójico que lo malo me haga sentirme más llena cuando, ya por su mismo nombre, se deja suponer que a uno le disgusta. Pero precisamente el conocimiento de saber con certeza que algo es ponzoñoso para uno, le brinda al mismo la oportunidad de distanciarse y preservar el bienestar personal. Y conseguirlo ya de por sí resulta en una doble victoria. “Cerrar puertas” creo que sería. Eso lo he adorado y no sería capaz de describir hasta qué punto.
Ha sido el año de lo inesperado. Detesto profundamente lo ordinario, así que gracias a aquellos que han hecho posible que pueda definir la esencia del día a día como “increíble”.
Me despido este año con una imagen que, como presente de este año, me ha descubierto un reciente amor por los animales que jamás creí concebir. Tanto que se me pasea con fuerza la idea de adoptar cuando esté en las condiciones óptimas para llevarlo a cabo.
Y, como cada fin de año, esta noche me retiro a prender fuego en buena compañía. ¡Feliz año 2016 a todos!
La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza.
Charles Baudelaire

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