Hoy quiero llorar.
No obstante, por encima de todo, quiero propinarle un puñetazo muy fuerte a la rugosa pared blanca que rodea mi casa. Llevo todo el día conteniéndome.
Decir que estoy enfadada no sería suficiente para describir toda la ira y la decepción que me recorre el cuerpo ahora mismo. No hay nada mejor como que alguien coja el peor episodio de la vida de uno y lo transforme en un justificante de la desgracia personal y, de propina, también ajena.
¿Crees que a alguien desea que lo insulten? ¿Crees que a alguien le gusta que le describan como una mierda tras escuchar un te quiero? ¿Crees que a alguien le gusta ser negado, reprimido, intimidado? ¿Crees que alguien, en su sano juicio, quiere ser amenazado de muerte?
Lo has pensado, de verdad. Eso creo que es lo peor. Lo peor de todo. No tenías derecho. Cada una de tus palabras me han cantado: "En el fondo quieres eso. Te lo mereces".
No hay palabras para describir lo que siento ahora mismo. Porque probablemente, si revelara lo que siento, sería con mis puños.
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