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jueves, 3 de abril de 2014

¡Sólo tú!


Hay un zumbido en mi cabeza, uno insistente: un susurro. Es bajito, sutil, fino y diminuto, vibrando en mi oreja al principio de lo que fue más tarde. Gradualmente el susurro se convirtió en una vocecilla aún pequeña, pero ya perceptible. Preguntaba cosas, ahondaba lugares. Los segundos pasaron y ésta se fue expandiendo, primero en unos martilleos, en un repiqueteo cada vez más rápido, más rápido... hasta que se transformó en un grito, un aullido, un chillido agónico que me embotó los sentidos y me hizo encogerme en un rincón de mi cabeza mientras, en la realidad, el cuerpo se me enderezaba y se dilataban mis pupilas.
Y la voz lamentaba, gritaba.
...
Yo, sólo yo lo grité: ¿Dónde estás? ¿Dónde? Dime, ¿dónde? Quiero saberlo, lo necesito, me angustia, me pesa. ¿Sabes cuánto plomo siento en mi pecho? ¿Cuántas veces he descubierto por sorpresa las uñas de mis dedos desgarrando la carne del pecho, buscándote y no hallando absolutamente nada en su lugar? Sólo entonces, al no verte, supe de veras lo que era el horror auténtico.
Maldita sea... te lo suplico, te lo imploro... Aparece, por favor, por Dios, aparece. Te necesito, DEMASIADO. Me estás volviendo loca, me has hecho caer bajo, muy bajo. Jamás había ansiado algo tanto; hasta parece que mis ojos son los de un depredador, acechando cada esquina de acero y cemento ansiándote tanto como el aire que respiro... Porque sí, porque para mí eres mucho, mucho más que cualquier amor, que cualquier amante, que cualquier hijo. Eres mi droga, mi sexo, mi amante, mi ladrón, mi bruja, mi hija, mi hermano, mi cielo, mi infierno, mi suspiro, mi boca seca. ¡¿Qué me has hecho?! ¡¿Cómo?! Yo... yo..., ¿por qué? ¿Por qué tú, esencia enfermiza? ¿Por qué, ponzoña? ¿Por qué...?
¡MALDITA SEAS!
Has conseguido que ame y odie más que nadie a un sólo ser. Me... me has... Me has manchado, me has bendecido, suspirado y asesinado un centenar de veces cada año. Has hecho que suspire por la tinta, que bese por cada poro de celulosa que manche con ella, que mi piel se adhiera a la del lápiz y que cada una de mis libretas quede impregnada por los delirios más callados.
Dime, ¿por qué, aun después de haberme dado tanto, ahora desapareces y me lo arrebatas? ¡Arg...! ¡¿Dónde estás musa?! ¡¿Dónde?! Dios, vuelve, te lo suplico... Lo invocaré a los cuatro vientos y a través de todos los elementos de este mundo. ¡Desgarraré el mundo! ¡LO DESTROZARÉ! Así que vuelve, ¡MALDITA!
¿Quieres ver cómo grita el mundo? ¿Cómo lo apuñalo? ¿Cómo sangra hasta verlo expirar? ¿Lo quieres eh? ¿Lo quieres? ¿De verdad? Porque... porque lo haré, ¡lo juro!
Si no vuelves ya temo hacer una locura, saltar de un alto o hundirme en lo más profundo. Quizá entre la arena, las rocas de un acantilado, ver un segundo las nubes para besar el suelo después. ¡O quizá pastillas! ¡¿Así mejor?! Ah... Ah... ¡No! ¡Mejor aún...! ¡¿Dónde está mi revolver?!
Maldita, sucia ramera, demonio infecto y ángel moribundo de fortuna, ¡vuelve por favor! ¿A quién debo suplicar? ¿Al Diablo? ¿Al señor? Porque lo haré, pagaré cualquier precio, si con eso vuelvo a pasar una mísera noche contigo. Debes saber que, si así fuera tu deseo, ¡segaría vidas! Oh sí, ¡lo haré! ¡LO HARÉ! ¿Es eso? ¡Es eso! ¡Seguro! ¡¿Verdad que tengo razón?! ¡Y más que su cuerpo, mucho más valiosa será su alma! ¡Seguro, no puede ser de otra forma!
Ten, ten, mira, mira... ¡Mírala! ¡Aquí la tienes! ¡Mi alma! Te la daré toda, no quedará ni una pizca... pero, por favor, ¡mírame! ¡Gira tu cara hacia mí! ¡Bendíceme con tu gracia! Sé mi señora, mi ama, mi autora, mi alma, mi amante, mi piel henchida, ¡mi mente enfermiza! ¡SÁLVAME! ¡Sólo tú eres la señora de todas mis gracias! ¡Sólo tú eres la bruja de todas mis desgracias! Ah...
Dios, ¡¿has visto cómo me has hecho caer?! ¡¿Acaso no hay compasión en ti?! ¿Conoces, acaso, la misericordia que conceden algunos hombres? ¡¿La conoces tú?! Ah...
Ven... Ven... Te lo suplico, te lo imploro... Nada, no deseo ni ansío nada más. Sólo tú u hoja en blanco, sólo tú o tinta seca, sólo tú o la muerte, ¡sólo tú o nada! ¡NADA! ¡NADA MÁS! Sólo... ¡SÓLO TÚ!




Imagen: extraída de deviantART. Nombre: cry. Autor: fly10.

1 comentario:

  1. Rima LII

    Olas gigantes que os rompéis bramando
    en las playas desiertas y remotas,
    envuelto entre la sábana de espumas,
    ¡llevadme con vosotras!

    Ráfagas de huracán, que arrebatáis
    de alto bosque las marchitas hojas,
    arrastrando en el cielo torbellino,
    ¡llevadme con vosotras!

    Nubes de tempestad que rompe el rayo
    y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
    arrebatado entre la niebla obscura,
    ¡llevadme con vosotras!

    Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
    con la razón me arranque la memoria…
    ¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme
    con mi dolor a solas!

    Me has recordado a esta rima de Bécquer, para mí la más desgarradora de todas.

    Un abrazo!

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