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jueves, 8 de abril de 2010

El nacimiento de Lea

Vuelvo a ser yo: crítica misántropa. Fortia para Lea, por si alguien siente interés sobre el nombre que ella me ha asignado. Parece que Lea tiene un peculiar sentido el humor, ya que Fortia, en latín, significa "fuerte".

...

A esa chica no hay quién la entienda.





Me vi envuelta en sombras tras ser apuñalada. Cuando cayó la sangre, la palabra maldita se hizo veneno en mi boca. Fue como si, de repente, me trazaran un tatuaje con fuego candente en el pecho, justo dentro, en el corazón. Y éste sangraba, y sangraba, y sangraba... No paraba.

El dolor era insoportable. Y lloré, lloré, lloré, lloré... No podía parar.

Entonces, fue cuando la escuché:

"¿Qué demonios haces?"

Abrí los ojos de golpe, ajena a la realidad. Me quedé envuelta en un mundo de tinieblas, con sombras que parecían gritar, llorar, agonizar, desesperar. Aquello parecía una burda imitación del "Grito" de Munch. Observaba la niebla, que trazaba los rostros de mi familia, de mis conocidos, de mis amigos... sin ver nada en realidad. Porque yo ya sólo podía ver sangre, muerte, oscuridad y aquel cuerpo, cayendo al vacío...

"¿Cómo puedes dejar que te vean así? Eh, dime, ¿cómo puedes?"

Entonces, entre la niebla, una bruma tomó forma de mujer, de una chica joven. Era alta, mucho más que yo. Era delgada y, el rostro, anguloso y pálido, como toda ella. Llevaba la cabellera azabache completamente suelta, acunada por una brisa que era fría y cortante, la cual me hizo estremecer. Sus ojos, brillantes, dorados, eran los de un gato analizando una víctima. Y con los labios entreabiertos, finos, soltó:

"Ahora no puedes permitirte esto, ¿lo sabes? Esto solamente ha sido la gota que ha colmado el vaso, ¿lo sabías? Es hora de cambiar, C."

Como una autómata, la miré fijamente, perdida en mi patético y sangrante limbo.

"Ya es hora de que despiertes, es hora de que lo hagas pagar todo y lo sabes. Tooooda la vida siendo el cervatillo, la sonrisa, la bondad, la naturalidad y la confianza."

La chica despidió esas palabras como veneno. Sentí las tinieblas, cada vez más cerca. La niebla me envolvió en una humareda oscura como la noche misma. Allí, entre la noche y la sangre, me enamoré de las tinieblas y sus mentiras, de las máscaras y sus sonrisas, de las heridas y su pasado...

"Es el momento de demostrarte a ti misma que puedes forzarte un equilibrio, una fortaleza. No los necesitas y lo sabes, siempre lo has sabido. No temas la soledad, abrázala como una parte de ti. Ella puede protegerte."

La miré, confundida y comprensiva, sabiendo siempre que en el fondo había querido estar sola, amparada por las sombras.

"Se lo debes a él; te lo debes a ti misma."

Cuando le nombró, fue como una bofetada seca y sorda. Observé su recuerdo, la sangre, el corazón partido, la niebla y luego a los demás, ocultos tras máscaras con sonrisas torcidas. Y acepté el trato que me ofrecían las tinieblas con tanto ahínco. Acepté caer en mi misantropía y en mi engaño personal, dejándome llevar por mi máscara y por ella, siempre atenta.

Frente a mí, encontré un espejo roto y quebrado, con el reflejo de la joven dentro y yo con ella, con la mirada perdida y furibunda. Era mi mismo yo en otro ser disinto.

A ése ser, lo llamé Lea.



El dolor.

La fuerte.

La fatigada.

La mentirosa.

La misántropa.



La máscara por excelencia.







Y ahí sigue ella, mi antifaz, a pesar de que la herida se vaya curando poco a poco. Porque en el fondo, sé que no se debe mostrar a los fantasmas del pasado tan deprisa...





... Pueden destruirte.

1 comentario:

  1. Lea!!^^
    Bueno, me gustó mucho lo que escribiste^^
    así más sobre Leas ;)
    Besos CLC

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