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sábado, 13 de marzo de 2010

Limpia, en paz conmigo misma


El cielo está nublado, me duele la cabeza, ayer lloré muchísimo, dije muchas verdades, expulsé bastantes mentiras y... me siento limpia, bien conmigo misma.

He cumplido los 18 años.

Ayer me dijeron cosas. Cosas que no diré, creo, hasta el día de mi muerte (risas). Fueron lecciones, supongo... y una de ellas de la persona menos esperada y más odiada. Pero tiene razón. Luego, fue la persona más querida en mi mundo, la que me lo dijo todo.

Ellas tienen razón: no puedo seguir así. Lo sabía. En el fondo, sabía que debía cambiar, pensar en otra cosa. Todavía no lo hecho, pero debo hacerlo.

Estoy en una etapa de cambio, como cuando cumplí los 14 años y pasó todo. Otro golpe - más suave -, que me ha dado la vida. El primero que debe saber que quiero cambiar y soltarlo todo, serás tú. No estás, no te veré más, no te oiré reír ni hablar nunca más. Pero te tendré en mi mente, como siempre he hecho. Eso sí: recordaré cada palabra de ánimo que me dijiste siempre aunque no te la dieras a ti mismo.

Sé que a partir de ahora no todo estará bien, que habrá dificultades, dudas, decepciones, tristeza y puede que un punto de histeria... Pero no tengo miedo, ya no. Ahora sé que no estoy sola. Los demás están aquí y no me han abandonado, a pesar de que faltes tú. Los he echado demasiado de mi vida estos cuatro años. Debo empezar a dejar entrar a algunos... y a unos más tarde.

Tu hermano tardará en recuperar mi confianza. No exagero si digo que un año o dos. Espero, de verdad, que la recupere. Sabrá hacer lo correcto (espero en que sea así).

Fuíste parte de mi vida y no dejarás de serlo nunca.

Te quiero.


PD: después de cuatro años, estoy en paz conmigo misma.




CLC

domingo, 7 de marzo de 2010

5 de marzo


Hola A.



El 5 de marzo está marcado en rojo o negro en mi agenda para que me acuerde que este día no debo ser feliz. Este día debo llorarte, recordarte, contemplarte, imaginarte, soñarte...

Parece mentira que ya sean cuatro años...

Todavía me arde el pecho si profundizo mucho en el recuerdo, ¿sabes?

Ni siquiera sé por qué te hablo como si estuvieras allí, como si pudieras leerme o oírme. Aunque una parte de mí confía en que estés detrás de mí, a punto de tocarme y hacer que me suba un escalofrío por la espalda, tal como pasa cuando entro en tu cuarto.

Todavía oigo tu voz en mi cabeza. Pienso qué dirías, qué harías y cómo me engañarías. Parece que me hayas enseñado tú, a mentir. Ahora, la que miente y da una imagen que no es soy yo. Y todo esto desde que me dejaste.

El día que desapareciste nació Lea. Me gustaría presentártela. Seguro que al enseñártela dirías: <>

Siempre te dejabas asombrar, aunque no hubiera nada de impresionante en ello, en mí. Creías en mí, me gustaba. Pero deberías de haber creído un poco más en ti, y no en los demás. Valías la pena.

Este jueves voy a hacer dieciocho años. Me gustaría que estuvieras, aunque solamente fuera en apariencia. No sirven mucho los dieciocho si no estás. No tienen nada de especial, de alegría, de felicidad, si tú no me ves.

¿Cuándo lo voy a superar? Supongo que hablarte tampoco ayuda. Este viernes quería ir a verte pero no pude pasar por la floristería. Básicamente porque también era imposible ir a visitarte. Se necesita coche, ir por la autopista y nadie iba a estar dispuesto a llevarme. Además, quería estar a solas contigo.

Quiero pensar que ahora estás mejor, sea dónde sea que estés. Adivina: desde que te fuíste voy totalmente en contra de la iglesia. Antes todavía la soportaba, ahora no puedo ni verla. No hará falta que te diga el por qué, tú lo sabes de sobra.





Te quiere,

CLC.