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viernes, 29 de mayo de 2015
Asfixia
Últimamente no puedo controlarlo. Tanto que creo que un día de estos vomitaré mi corazón.
Y así dejaré de sufrir los latidos. El pecho parece que se rasga, se vuelve pequeño a ratos y me golpea la piel por dentro.
Cuando no siento ahí sus pasos, el latido me golpea las muñecas. Si no, lo hace en mi cabeza. Y si no, de nuevo, me corta la garganta. Y es entonces cuando quiero llorar...
... pero no puedo.
Se me queda atascado en la garganta. A veces me da la sensación de que me asfixio.
Me dicen que puedo controlarlo. Pero últimamente no puedo. La melancolía es un mar en el que me asfixio y me da pánico sentir que no existe boya, ni orilla, ni roca, ni barco, ni mano a la que poder confiarme, en la que ansiar salvarme.
Y será de necios, será de locos, será de estúpidos, será de débiles, será de frágiles, será de crueles o perdidos, pero es cierto: cada uno tiene una lucha interna que en más de una ocasión consume la mente de uno.
Necesito pararlo.
Sólo cuando duermo el corazón calla con la convicción fantasiosa de que, duele tanto al despertar, que prefiero dormir continuando soñar.
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