Para algunos pocos
el pecado está en una botella,
y para otros...
en lo que esconde ésta.
Tal vez juegue a escondidas
entre la sangre y la herida
que provoca una jeringuilla
impregnada de heroína.
Puede que se oculte
en un pote de aspirinas,
para que sepulte
una mente en ruinas.
Pero no es así,
no lo es en absoluto:
no para mí.
Otro es mi luto.
Mi debilidad
es de otros lares:
nace de la maldad
y de mis disfraces.
Una adicción plateada
de roce crudo,
de presencia helada
y dolor mudo.
Es el cuerpo de la luna
de filo sangrante.
Una cruel canción de cuna
de sueño delirante.
